sábado, 23 de abril de 2011

«En un sentido muy literal, aquellos que han leído buena literatura han vivido más intensamente que aquellos que no han leído o no piensan leer...pues no es cierto que la vida se viva solo una vez; leyendo, podemos vivir tantas vidas, en tantos lugares y de tantas clases como se nos antoje» S.I. Hayakawa (1906-1992) Hijo de inmigrantes japoneses que llegó a eminente profesor de literatura inglesia y a Senador de los Estados Unidos.

Cumbres borrascosas – Emily Brontë





Dicen de “Cumbres borrascosas” que es la historia de amor más hermosa y trágica de toda la literatura. Y aunque se puede estar de acuerdo o no con semejante aseveración, lo cierto es que las pasiones de los protagonistas principales son turbadoras como pocas, y el sentimiento que recorre todo el libro es verdadero, indómito y poderoso.








Parece una ironía que Emily Brontë, una mujer con una existencia apacible y que vivió casi recluida junto a sus hermanas en Haworth, pudiera crear una historia de furia y pasión como es ésta, donde los personajes se guían por unos instintos que se asemejan más a fuerzas desatadas de la naturaleza que a emociones humanas; excepto los de los dos narradores, que sirven de contrapunto reflexivo —y muy parcial— al resto, los comportamientos de todos los caracteres son salvajes, incontrolables.
Bien es cierto que la narración se resiente un tanto del paso del tiempo, ya que el estilo escogido por la autora resulta hoy día demasiado artificioso: el estilo directo en primera persona es un recurso ingenioso para contar la historia, pero carece de credibilidad narrativa. Nelly es una testigo parcial y muy subjetiva, como lo es el señor Lockwood; además, es evidente que la narración de la sirvienta es un prodigio de «casualidades», al ser espectadora de prácticamente todo lo que ocurre en Cumbres borrascosas… o en cualquier otro lugar.
No obstante, pasando por alto aspectos técnicos (y hay que recordar que se publicó en 1847), “Cumbres borrascosas” es una impresionante historia sobre el amor, la pasión y las consecuencias que ambos pueden tener sobre las vidas de las personas que los padecen. A diferencia de las novelas sentimentales de la época, en este libro la emoción amorosa se concibe como una fuerza destructora, un fuego interno que devora todo aquello que toca y que no deja incólume ni a amantes ni a allegados. La exaltación que somete a Heathcliff y a Catherine es rayana con la locura; no es un detalle banal el que la novela abunde en escenas atormentadas o que esté cuajada de adjetivos enfermizos. Sus encuentros adultos son siempre bruscos y están dominados por un ardor casi maníaco, una furia recíproca que sólo les mantiene separados por circunstancias sociales.
Es posible que una historia así no pudiera escribirse hoy en día precisamente por el cambio en la realidad social: aunque existan otros argumentos, la razón principal por la que Catherine aparta de sí a Heathcliff es por sus orígenes: por su falta de orígenes, en realidad, ya que nunca sabemos de dónde ha surgido (aunque las constantes referencias a su tez morena lo emparenten con gitanos; cuando no, como en algún momento se expresa, con demonios). Consciente de su pasión y del posible resultado fatal que puede acarrearle, Cathy decide casarse con Linton para proporcionarse a sí misma y a su descendencia un futuro honorable. Sin embargo, su ardor será mucho más fuerte de lo planeado y desembocará, como no podía ser de otra manera, en la autodestrucción. Ella misma es bien consciente de esto:

Mi amor por Linton es como el verde de los bosques. El tiempo hará que cambie, estoy segura, como el invierno cambia los árboles. Mi amor por Heathcliff se asemeja a las rocas eternas que sobresalen profundamente enterradas en la tierra: son motivo de escaso goce para quien las contempla, pero al mismo tiempo son necesarias. Nelly, ¡yo soy Heathcliff!

En esa identificación se resume el amor que ambos protagonistas sienten: al igual que la naturaleza es incognoscible cuando se desencadena, carente de propósito, el lazo que les une a ambos es eterno y oscuro. De hecho, esa relación que la autora establece entre los elementos naturales y los personajes humanos es un recurso bellísimo para mostrar, de forma indirecta, lo indómito de sus caracteres y lo violento de sus afectos. Mientras que Cumbres borrascosas (que será el futuro hogar de Heathcliff) es un caserón tosco y agreste, la Granja del Tordo es un paraje hermoso y sereno, luminoso y fértil. Y sin embargo ambos lugares pertenecen al mismo territorio y se comunican de manera constante, así como el hilo que conecta a los dos protagonistas permanece intacto aunque sus caracteres sean distintos.
Pese al tiempo, pese al estilo y pese a las voces narrativas, “Cumbres borrascosas” tiene esa fuerza de las grandes obras que se eleva por encima de cualquier minucia formal o histórica; la pasión, el amor y el orgullo son sentimientos imperecederos, aunque se muestren en su faceta más salvaje.

Soy el número cuatro, de Pittacus Lore






Tipo de crítica: Novedad 2011
Título original: I am number four
Primer tomo de la saga Legados de Lorien
Clasificación: Novela fantástica
Nuestra edición: Molino.









El planeta Lorien ha sido destruido. Solo han sobrevivido nueve niños y sus tutores, que huyeron a la Tierra, el planeta más cercano, para esconderse entre los humanos y poder desarrollar sus legados con la esperanza de que algún día puedan regresar a su mundo y luchar contra los Mogadorianos. A pesar de que viven en secreto y aislados unos de otros, los Modagorianos los han estado buscando para matarlos. Ya han encontrado a Uno, Dos y Tres. John, el número Cuatro, es el siguiente. Cuando sus legados se desarrollen, ¿tendrá la fuerza para derrotar al enemigo?

Pittacus Lore nos ofrece un gran relato sobre extraterrestres que conviven entre nosotros desde hace años y que tienen poderes que ni siquiera podríamos imaginar; y crea un mundo donde las teorías de conspiración son en parte reales y las combina con cosas cotidianas. A pesar de sus 540 páginas, el libro no se me hizo pesado en ningún momento porque su ritmo es ágil y entretenido; tal vez esto ocurra porque en ocasiones el estilo del autor resulta un poco simplista, pero lo cierto es que cumple con su cometido a la perfección y, sobre todo, se agradece, dadas las muchas descripciones sobre el planeta Lorien o Paradise que encontramos a lo largo de la historia. La trama se maneja bien, sin moverse de forma demasiado rápida o demasiado lenta. La primera mitad de la historia introduce a los personajes y se centra en el desarrollo de los vínculos emocionales entre ellos; mientras que la segunda parte nos trae giros, acción y sorpresas lo suficientemente efectivas como para mantenernos intrigados hasta el desenlace del libro. El autor nos ofrece gran cantidad de información de fondo sobre Lorien y sus habitantes gracias a los flashbacks en forma de recuerdos que tiene John, algo de lo más interesante, dado que nos permite empatizar con su causa. El personaje de John es lo suficientemente maduro como para comprender el peso que lleva sobre sus hombros, pero no deja de ser un adolescente que debe lidiar también con las emociones del primer amor mientras trata de encajar en un lugar nuevo, con todos los errores que eso conlleva. Por otra parte, el vínculo que le une a Henri, su mentor y figura paterna, brilla a través de cada página, y su necesidad de justicia se hace más palpable a medida que vamos conociendo todo lo que han dejado atrás en el camino. La historia de amor se encuentra presente en prácticamente toda la obra, y si bien es importante, no supone el foco principal y eso se agradece. Los demás personajes secundarios, aunque algo estereotipados, son divertidos y van creciendo en carácter conforme la historia avanza. No perdáis de vista a Bernie Kozar, un beagle muy curioso que es toda una sorpresa.

En definitiva, Soy el número cuatro es una de las nuevas series juveniles más interesantes de las publicadas hoy en día. La base de la historia es muy buena y, sin duda, tengo curiosidad por ver hacia dónde llevará el autor el segundo libro. O quién se hará cargo de esta saga, puesto que el escritor original, Jobie Hughes, perdió todos sus derechos sobre la obra al firmar un contrato de co-autoría con James Frey. Seguramente el pobre Hughes no hizo algo que siempre nos recomiendan a todos: leer la letra pequeña antes de firmar nada.
«Lo mejor de un libro no está en las ideas que contiene, sino en los sentimientos que despierta en la mente y corazón del que lo lee; de igual manera que lo mejor de la música no son las combinaciones de sonidos, sino los ecos emocionales que producen en el alma del que los escucha» Oliver Weldell Holmes (1809-1894), médico y escritor, uno de los poetas estadounidenses más reconocidos del siglo XIX

Dia internacional del libro.

Hoy, 23 de abril, se celebra en casi todo el mundo el dia del libro por la coincidencia del fallecimiento de los escritores Miguel de Cervantes, William Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega en la misma fecha en el año 1616.

Un día como hoy

"23 de Abril de 1616, fue enterrado la máxima figura de la lengua española, Miguel de Cervantes Saavedra, autor de la que muchos consideran la mejor obra de la literatura universal: El Quijote de la Mancha."